
Al volver a leer El mal de Portnoy 45 años después, estoy
sorprendido y contento: sorprendido de que pudiese haber sido tan
temerario, y contento por haberlo sido. Desde luego, mientras trabajaba
no era consciente de que, a partir de ese momento, nunca me iba a librar
de este paciente psicoanalítico al que llamaba.... seguir leyendo en este enlace
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