jueves, 13 de octubre de 2011

La Regenta a debate

La Regenta , considerada la obra maestra del autor, se destaca por su gran riqueza de personajes y planos secundarios, así como el uso de la técnica del fluir de los recuerdos, mientras que el retrato de la protagonista queda delicadamente desenfocado y vago. Por otra parte, aquí la caída de la señora provinciana tiene lugar entre dos cortejadores muy diversos: el más seductor galán de la ciudad, que acaba triunfando, y un canónigo de la catedral. El retrato de este canónigo es pieza clave del libro.
 En el transcurso de la tertulia  se hace énfasis en la pobre vida afectiva de la protagonista, que la lleva hasta el delirio  por el ferviente deseo de ser amada,  de sentirse querida (no solo en el plano afectivo sino también sexual). Ella siente que su vida no tiene sentido, no tiene hijos, su marido no le presta atención, la vida de la burguesía, que tan magistralmente dibuja Clarín, por un lado  le aburre, la considera vacía; por otro,  la obliga a un comportamiento encorsetado, y a unas respuestas rutinarias y limitadas: no puede leer, no está bien visto y mucho menos escribir.  Su vida intelectual está completamente anulada, es mujer, y debe comportarse de una determinada manera. Y eso es a lo que se siente abocada, a comportarse como las demás, ser como las demás.
Algunos tertulianos destacan el personaje de la madre del Magistral. Cómo, desde siempre, ha luchado por sacar adelante a ese hijo, al que sigue considerando  una persona inmadura y sin carácter. Es ella la que compra, vende, medra aquí y allí, con el único objetivo de mantener y aumentar el poder de su hijo dentro ( y fuera) de la iglesia.
La novela es demoledora con la iglesia y sus representantes y, sin ninguna piedad, Clarín no deja títere con cabeza. Los acusa de ladrones, embusteros, conspiradores, embaucadores, soberbios, manipuladores, etc.  El episodio en el que el vendedor de objetos religiosos, borracho y arruinado  le recrimina a gritos al Magistral todas  las fechorías que  han cometido tanto él como su madre para hundirlo en la miseria no tiene desperdicio.
La sociedad de la época tampoco sale bien parada.

La Regenta: el autor

Hace  al menos un par de años  se propuso leer La Regenta,  pero sus  casi 1000 páginas se hacían un poco cuesta arriba. Pero por fin  nos pusimos la tarea de leerla durante el verano y ha sido el libro que comentamos en la última tertulia del pasado septiembre.

Para empezar  se dieron  algunos  datos  sobre la vida de su autor, Leopoldo Alas "Clarín".  
Vida
Nace en 1852, en Zamora, donde su padre era gobernador civil. En 1863 la familia se afincó en Oviedo, ciudad a la que le uniría una estrecha relación y que se convertiría, de alguna manera, en la protagonista de su obra maestra, La Regenta. A los siete años entró a estudiar en el colegio de los jesuitas ubicado en la ciudad de León.  Posteriormente estudió en Oviedo, con brillantes calificaciones, tanto en el colegio como en la universidad, donde cursó la carrera de Derecho. Después de finalizar sus estudios en la Universidad, se trasladó a Madrid para hacer el doctorado.

En marzo de 1875, Antonio Sánchez Pérez (no se conoce su biografía) fundó un periódico con el nombre de El Solfeo. Su director quiso que sus colaboradores tomaran como seudónimo el nombre de un instrumento musical y así fue como Leopoldo eligió el de clarín que a partir de ahí sería el alias con que firmaría todos sus artículos. La columna donde escribía tenía el título de «Azotacalles de Madrid» (Apuntes en la pared). El día 2 de octubre de 1875, el escritor firmó por primera vez como Clarín:

Voy a inaugurar en verso

mis revistas de Madrid,
con un modesto romance
que tenga su retintín;
y voy a decir a ustedes
lo que les quiero decir,
mediante Dios, y mediante
el gobernador civil.

Clarín empieza a gozar de popularidad al mismo tiempo que le llegan abundantes disgustos y bastantes enemigos. Cada nuevo artículo se convierte en un nuevo escándalo. Aparte del género periodístico, Clarín siente la necesidad de cultivar otros géneros literarios.

El 1 de julio de 1878 obtuvo Leopoldo Alas el título de doctor en Derecho civil y canónico, con la calificación de sobresaliente. Presentó su tesis doctoral sobre el tema «El derecho y la moralidad» en cuya edición puede verse la dedicatoria «A don Francisco Giner del Río, su sincero amigo y reconocido discípulo». Es el primer libro de Leopoldo que sale de una imprenta y el único en que no aparece su seudónimo Clarín.

En el mes de noviembre se celebrarían en Salamanca para cubrir la plaza vacante de la cátedra de Economía Política y Estadística en la Universidad. Los sucesivos ejercicios fueron un continuo éxito para Leopoldo y hasta obtuvo el primer lugar en la terna de opositores. De estos éxitos se ocuparon los periódicos de Madrid y la noticia se dio también en la Revista de Asturias (Oviedo, nº 40, 5.XII.1878, sección «Ecos y rumores»). Pero hubo un obstáculo grave para el éxito definitivo: el conde de Toreno (Queipo de Llano) era por entonces ministro de Instrucción Pública y gozaba de un derecho de elección final del candidato. El conde de Toreno había sido blanco de las terribles sátiras de Clarín en El Solfeo, cosa que nunca olvidó y desposeyó a Clarín de la cátedra ganada.

El año 1882 pudo leer en la Gaceta Oficial su nombramiento para la cátedra de Economía Política y Estadística, concedida para la Universidad de Zaragoza, y el 29 de agosto tuvo lugar su boda con Onofre García-Argüelles, en la localidad asturiana de La Laguna (valle de Langreo), en el palacio de la familia García-Argüelles. Al año siguiente regresó a Oviedo como catedrático de Derecho Romano y más tarde se ocupó también de la cátedra de Derecho Natural en la Universidad de Oviedo.

Se decía entre sus contemporáneos que para conocer a Clarín era necesario asistir a su cátedra de Derecho Natural. Según sus propias palabras, era partidario de sugerir a sus alumnos un hábito de reflexión mejor que enseñar una ciencia a secas y no se conformaba con enseñar una serie de preceptos a aplicar en el futuro.

Casi todos los biógrafos de Clarín vienen a estar de acuerdo en este punto: su caciquismo literario, algo tiránico. Desde su retiro de Oviedo llega a hacerse temer y respetar en Madrid y se da a conocer en Europa y en América. Fue un provinciano universal, aunque su ciudad, Oviedo, nunca comprendió su universalidad. Se lo consideraba como un hombrecillo nervioso y miope, que daba clases en la Universidad y que por las tardes jugaba al tresillo en el Casino. Los estudiantes lo temían por su severidad y la sociedad lo consideraba un ateo liberal.

El 13 de junio de 1901, a las siete de la mañana, murió Leopoldo Alas, a la edad de cuarenta y nueve años. El féretro fue velado en el claustro de la Universidad donde acudieron profesores, amigos y familiares del escritor. Al día siguiente fue enterrado en el cementerio de El Salvador.

En Madrid, el escritor Bonafoux (mediocre escritor según Clarín y otros colegas de la época), fiel enemigo hasta la muerte, preparó el artículo necrológico en que añadió estas palabras: «Yo he sido el primero en alegrarme de la muerte de Clarín. […] En su entierro se escuchó el silencio que se escucha en los entierros de los tiranos».

Obras

Ensayos

·         Solos de Clarín (1881).

·         La literatura en 1881 (1882).

·         Sermón perdido (1885).

·         Nueva campaña (1887).

·         Ensayos y revistas (1892).

·         Palique (1894).

Novelas

·         Cuesta abajo (1890-1891).

·         La Regenta (18841885).

·         Su único hijo (1890).

·         El abrazo de Pelayo (1889)

Cuentos

Tal vez la faceta de la que menos se habla es su papel como gran cultivador de la novela corta, de relatos y de cuentos, formas que se desarrollan de forma extraordinaria en la literatura europea a partir de la mitad del siglo XIX. Entre las obras más destacadas de Clarín podemos señalar cronológicamente las novelas cortas Pipá, Doña Berta, Cuervo, Superchería, de los cuentos y relatos El Señor y lo demás son cuentos, Cuentos Morales, El gallo de Sócrates, obra póstuma, y Doctor Sutilis.

·         Dos sabios.

·         El dúo de la tos.

·         El gallo de Sócrates.

·         En el tren.

·         En la droguería.

·         Un voto.

·         Adiós, Cordera.

·         Boroña.

·         Cuentos Morales.

·         Cuervo.

·         De la Comisión.

·         Doble vía.

·         Doctor Angelicus.

·         Don Paco del empaque.

·         Doña Berta.

·         El Señor y lo demás son cuentos.

·         El doctor Pértinax

·         El libro y la viuda.

·         El oso mayor.

·         El sombrero del cura.

·         Medalla... de perro chico.

·         Pipá.

·         Speraindeo.

·         Superchería.

·         Tambor y gaita.

·         Teresa.

·         Un candidato.

·         Un repatriado.

 
 

miércoles, 12 de octubre de 2011

Bienvenidos

Durante estos cuatro años y medio que viene funcionando la tertulia del Ateneo  hemos viajado por  Francia, Canadá, España, Polonia, China, Argelia, Colombia, Japón, India, EEUU...;hemos estado en un pasado convulsionado por las guerras, en un presente incierto,  en un futuro inquietante, ...;hemos sido amantes, ladrones, viajeros, locos, asesinos, supervivientes, cuentistas, esposos, hijos, escritores, lectores,  vividores, filósofos, represaliados, ...;nos hemos involucrado en la guerra, en el amor, en el odio, en la melancolía, en la esperanza, en el dolor, en la  alegría,  en la ira,  en la  adversidad, en la bondad, en la muerte,  ... y todo a través de los libros.


Una vez al mes nos reunimos un grupo de personas diferentes para compartir nuestras impresiones y emociones, afectos y rechazos que nos ha proporcionado la lectura del libro que habíamos elegido con anterioridad. Al finalizar cada tertulia quizá hayamos cambiado de opinión sobre algún aspecto que algún participante lo ha considerado relevante y nosotros no le habíamos dado especial importancia; en la mayoría de los casos vemos y vivimos   la historia desde otras perspectivas no tenidas en cuenta y, en definitiva, nos hemos enriquecido con el saber y el sentir de los demás.